Algo sobre FerTobar

Regresé a esta vida actual en 1952, en la Mama Cuchara, un sector muy tradicional del centro histórico de Quito, al final de la calle Rocafuerte en su extremo oriental. Eso me lo contó mi madre, porque es imposible que yo recuerde detalles. Hijo de padre y madre conocidos, entre ellos, aclaro. Me asignaron los nombres de Fernando Antonio sin siquiera preguntármelo. Actualmente soy huérfano.

Crecí, fui educado y formado en medio del extremo conservadorismo y religiosidad de la familia de mi Padre y del liberalismo y el anticlericalismo de la familia de mi Madre. Imaginemos por un momento ese Quito conventual y mojigato de la primera mitad del siglo pasado. El Dr. Julito, mi abuelo paterno, hombre de inmensa cultura e inteligencia, uno de los soportes y puntales del conservadorismo quiteño de la época. Mi abuela Angelita, la paterna, santa como ella sola, más apta para priora de algún convento de la época que para madre de familia, le faltaron iglesias y misas en Quito, para sus rezos. La quise mucho.  Luis Felipe, mi bisabuelo materno, de quien aún conservo algún lejano y desvaído recuerdo, coronel de estado mayor, fiel devoto del Generalísimo Alfaro, la quintaesencia del liberalismo ecuatoriano. Mi abuelo materno, Agustín, a quien no conocí, murió tempranamente, facilitando que mi abuela pasara a mejor vida. Pobrecito él, andaba siempre muy ocupado: entre aquelarres, jaranas y fiestitas de arroz quebrado,  frecuentaba bares, casas de juego, de empeño y de putas. No lo quedaba tiempo para trabajar. Mi abuela Mimí, la materna, jodida como cualquier mujer mal casada, era muy bondadosa cuando le daba la gana y un importante referente en la familia materna. Se preciaba de su larga y muy cercana amistad con un interesante personaje de la época, ginecólogo de profesión, bajito y muy importante miembro del Partido Comunista del Ecuador, candidato a la presidencia en algún momento.

Mi sangre quiteña, guayaquileña, cuencana, ibarreña, criolla, limeña, inca y española es herencia de hombres de bien, ilustres e ilustrados; de artistas, vagos, viciosos y hasta aprendices de putas, y como si eso no fuera suficiente, también curas y monjas se cuentan entre mis ancestros y familiares cercanos. ¡Qué mezcla! Y soy su fruto.

Casi abogado, artesano por afición y convicción. Antirreligioso convencido y practicante, opuesto a los extremismos políticos, deportivos, religiosos y de cualquier clase. Algunas aficiones he tenido en la vida; todas largas, sólidas y muy gratificantes. Los fierros, la fotografía, los amigos, las mujeres inteligentes, las computadoras, y la inmensa y no resulta necesidad de escribir y compartir mis pensamientos. Soy un hombre agradecido con la vida, con mis ancestros, con mi familia,  con las mujeres que me amaron, con mis hijos, con mis amigos, con aquellas personas que a lo largo de mi vida dejaron su huella en mi mente y en mi espíritu; con mi ciudad y con mi entorno, y con todos aquellos caminos y senderos que sigo recorriéndolos día a día.

A partir de este momento, cobra vida este espacio para compartir mis pensamientos con sensatez, sencillez y brevedad. Espero la retroalimentación, comentarios, sugerencias, informaciones adicionales. En este blog todas las opiniones y comentarios serán bienvenidos, sin importar si estoy o no de acuerdo con sus contenidos, excepto aquellos que sean injuriosos. Las opiniones de todas las personas son importantes. Todos los temas son interesantes. Así lograremos con el tiempo ir tejiendo una rica, grande y amena conversación.  Un ceño fruncido, una crítica, un desacuerdo, algún esbozo de sonrisa, un intento de reflexión serán razones suficientes para sentirme agradecido.

Bienvenid@s sean a este espacio virtual de diálogo.
Un inmenso y fraterno abrazo.
Puembo, Noviembre/ 2010