Una de las tareas más complejas que me planteo antes de escribir es la búsqueda de un tema, pensando también en que resulte corto y comprensible. Hace unos días, mientras regresaba a casa, pensaba sobre qué cosa o sobre qué tema podría escribir. De pronto aparece y es el título de esta reflexión.
La vida es un revoltijo de cosas. Pensamientos, objetos, problemas, vivencias o sentimientos son todos cosas. Una molestia física es una cosa que jode la vida; un pensamiento que de pronto se apodera de la mente, es una cosa en la que se piensa; una angustia es esa cosa de la que no se puede desprender y que causa desvelos; ese sentimiento que no se puede expresar, es una cosa inexplicable; cosas son aquellas frases y palabras impronunciables; las vejeces que se encuentran, son cosas viejas; aquellas obligadas respuestas, son cosas que se deben decir; son cosas ricas las que se sienten en una situación que es especialmente agradable; las cosas deliciosas que preparaban en ciertas fechas especiales; algunas torpezas que se cometen terminan siendo cosas sin importancia, en contraposición a las otras cosas graves, cuyas consecuencias acompañan permanentemente. La lista y los ejemplos es muy extensa.
Las cosas son abundantes y están en todas partes. Nadie está libre de su necesaria presencia. Tal parece que aquel concepto –casi idílico– de que la vida es la suma de momentos, no sería tan real. La vida es la suma de cosas. Además este concepto va más allá del simplista que solo se limita a los momentos «acumulados».
Momentos vividos, sentimientos, alegrías, penas, amores y desamores, éxitos y fracasos, recuerdos y vivencias de toda índole, objetos acumulados y perdidos a lo largo de la existencia, son todos cosas de las que está construida la vida de cada persona. De hecho, la vida es y cada persona es resultado de las cosas que se acumulan y desechan a lo largo del tiempo vivido. Con frecuencia las frustraciones son consecuencias de no haber conseguido las cosas ansiadas.
Visto así el asunto, la vida tiende a ponerse pesada con el transcurso de los años. La cargas acumuladas nos dificultan caminar con ligereza, la cabeza agachada, casi siempre mirando al suelo, no permite mirar y observar más o a mayor distancia. La enfermedad, la depresión y la poca gana de vivir están siempre en esos pesados fardos que se cargan.
Transitar por la vida, ligero de equipaje (conocida frase y admonición) es el ideal que pocas veces se consigue. Parece que la acumulación de cosas, más que la vida misma, es el objetivo.
Como decía Tres Patines: «Cosa más grande de la vida, chico»
Muy buen artículo Fernando!
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Sólo te recuerdo que cosa, por definición. es todo lo que ocupa un lugar en el espacio. Es algo real y tangible. En oposición a lo intangible e irreal…
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Gracias por tu comentario.
Con frecuencia la semántica no ayuda a la comprensión adecuada de lo que decimos o escribimos. Tiene más valor el significado coloquial y regional que el frío y rígido concepto que los académicos le dan a cada palabra de nuestro complicado castellano.
Un abrazo.
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[…] Cosas… […]
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