¡Ponte en mis zapatos!

zapatos-grandes

          Permanentemente rogamos ¡ponte en mis zapatos!  Analogía frecuente e imposible con la que pretendemos que los demás entiendan nuestras penas, frustraciones y sinrazones.

           Abandonemos esa compulsión por mendigar que «nos entiendan».  Nadie caminará, ni por un instante, en nuestros zapatos; nunca podremos ponernos en los zapatos ajenos.

          Sigamos caminando con nuestros propios zapatos y dejemos a los demás caminar con los suyos.  Entendamos y aceptemos que cada uno tiene sus propias penas, frustraciones y sinrazones.

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Enero 2017

11 Responses to ¡Ponte en mis zapatos!

  1. Arsenio dice:

    Ponte En Mis Zapatos
    Traviezoz de la Zierra
    Quieres que te crea todo lo que dices
    Yo no puedo hacer lo que me pides
    Así me perjures que no mientes checa muy bien tu expediente
    Ya otras veces me mentiste
    Dices que te crea que ahora si va enserio
    No es que yo no quiera es que no puedo
    Si un día me dijiste el cielo es verde no dude
    Para creerte pero han cambiado los tiempos
    Ponte en mis zapatos y después hablemos
    Yo quiero escuchar
    Un te comprendo
    Quiero que me mires a los ojos
    Dime tu si me equivoco
    Cuando digo te creo
    Ponte en mis zapatos tan solo un instante
    Mas tienes que hacerlo cuanto antes
    Si soy un patán grítalo al viento
    No le dejes tiempo al tiempo
    Luego es demasiado tarde
    Ponte en mis zapatos y después hablemos
    Yo quiero escuchar un te comprendo
    Quiero que me mires a los ojos
    Dime tu…

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  2. ramiro burbano dice:

    Los lideres necesitan sensibilidad y empatía para servir a quienes sólo requieren de oidos de cuando en vez. Estar en los zapatos de otro implica para mi modesto entender, prestarle atención. Ese es el poder de las visibilidades.. Unos no tenemos, otros si. Abrazos

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    • Fer Tobar C. dice:

      Gracias por tu comentario. Estos asuntos son siempre de carácter personal y por lo mismo muy subjetivo. Cada uno tiene su propia visión de lo sería ponerse en los zapatos ajenos. La magia de estas facilidades digitales es permitirnos compartir opiniones diversas y enriquecernos. Talvez este sea el primer requisito en esa tarea tan difícil de intentar ponernos en los zapatos ajenos.
      Un abrazo.

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  3. Rafael dice:

    Detesto ver mis zapatos al lado de la cama al amanecer y me recuerda una época gris del pintor Van Gogh que solo pintaba zapatos feos; llama la atención los que tú pones por grandes, pero en el conjunto no son feos: quizá los míos lo son porque han caminado varios años y cargaron el peso de las horas de ayer…

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    • Fer Tobar C. dice:

      Gracias Rafael por tu tiempo y tu comentario.
      Los zapatos viejos no son feos; tienen un aspecto muy espacial. Ese aspecto propio de los buenos amigos y cómplices, incansables compañeros en el camino de la vida. Conocen nuestra esencia, pues nos acompañan permanentemente; saben del peso de nuestras penas y frustraciones, su deformación es prueba de eso; han compartido nuestros placeres y picardías, por eso los queremos.
      Gracias también por tu amistad. Un abrazo.

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  4. Cristianne dice:

    Simple, concreta y directa reflexión!!!
    El pretender que alguien camine en nuestro camino es simplemente imposible y eso que tu llamas mendigar que se pongan en nuestros zapatos se convierte en queja de nuestro sendero!!!
    Un abrazo
    Cristianne

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    • Fer Tobar C. dice:

      Gracias Cris por tu tiempo y por el comentario. Muy valiosas y precisas frases estas: «Camine en nuestro camino» y «queja de nuestro sendero» que recogen con precisión la esencia de ¡Ponte en mis zapatos!
      Un abrazo también.

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  5. Patricia Lasso dice:

    Lo que llama la atención es la fotografía que va ligada a este escrito!
    Los zapatos le quedan grandes! En contraposición, nuestras mentes parecerían estrechas! Estrechas para entender, en alguna medida, el punto de vista de los otros! Difícil tema, difícil la práctica, aunque no imposible. Quizá, como reflexión, deberíamos tratar de afinar nuestras conciencias y entender que, más allá de nuestros pequeños mundos, existen otros que se mueven en simultáneo y que merecen nuestra comprensión y respeto!

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    • Fer Tobar C. dice:

      Gracias por la lectura y el brillante comentario. Poco queda por decir. Entender y respetar el punto de vista ajeno –o al menos intentarlo– es propio de personas que han alcanzado elevados niveles de conciencia. La pequeñez de nuestros mundos jamás nos permitirá ir más allá de nuestra insensatez.

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