Lo que se asume como pasado parece inconsistente con la imagen.
La inconsistencia, sin embargo, no está ahí.
Está en la creencia de que el pasado es inalterable.
En la medida en que cada instante del pasado fue primero un instante de un futuro incierto y luego convertido en presente, el pasado deja de ser inalterable para convertirse en una construcción consciente y voluntaria.
Bajo esta perspectiva, se podría construir pasados livianos que van dejando sabores y vivencias agradables, y no aquellos que se miran con resignación y con la justificación de que no es posible cambiarlos y cuyas consecuencias –a veces amargas e irremediables– se viven en tiempo presente.
¡El pasado está siempre por llegar!
Lo que sembramos cosechamos…. y también su fruto nos lo vamos a tener que comer.
¿Qué debo sembrar?, ¿Qué quiero comer?
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Gracias por el comentario y por tu tiempo Cris.
Un abrazo.
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