El Cuco existe…!

Apenas cumplidos los 8 ó 10 años, somos obligados a participar en un rito llamado primera comunión, sin entenderla, menos quererla. Antes de eso y durante los meses previos, nos han enseñado a pecar y a memorizar una interminable lista de pecados, además de convencernos de lo perversos y irredentos que somos a tan temprana edad. Pero como todo tiene solución y cada enfermedad su sanación, intentaron explicarnos de las maravillas curativas de la confesión, como si de un tónico milagroso se tratase. Seguíamos sin entender ni media palabra, aunque ya habíamos sido convertidos en pecadores indignos de la misericordia de un dios inventado. El cuco había nacido, convirtiéndose en el dueño de nuestra mente y destino. Y este no fue inventado. Era tan real como nuestros miedos infantiles.

Nuestra niñez transcurrirá entre inocentes travesuras, juegos, malas notas, peores palabrotas, sermones, penitencias, cargos de conciencia por actos y acciones que no entendemos, además de mil peripecias para evitar caer en las manos de los ayudantes del cuco. No había escapatoria y tarde o temprano nos atrapaban. De ahí en adelante y para desdicha de aquellos que no han logrado liberarse del cuco ni de sus ayudantes, los pecados son la más cruel de las pesadillas y sin el alivio que el despertarse produce.

Pasa el tiempo y la vida de esos niños convertidos en adultos presos en ese pesado y eterno círculo perverso de pecar, confesarse y comulgar, termina siendo ese infierno del que pretendían librarnos. ¡Qué paradoja tan interesante! Para estos momentos, los ayudantes del cuco ya se creen el mismísimo cuco, pero como no pueden, se quedan de cuquitos.

¿Por qué estos cuquitos inventaron el derecho de arrebatarnos nuestra inocencia? ¿Por qué no esperan que nos convirtamos en adultos? En ese momento tenemos algún grado de conciencia y la obligación de asumir la responsabilidad de nuestros propios actos. Los pecados los cometeríamos con más entusiasmo, la vida sería más sabrosa, seríamos amigos del cuco y, lo mejor de todo, viviríamos sin tanto cargo de conciencia. Los cuquitos tendrían que cambiar de trabajo.

Por mi parte les confieso participé en el rito de mi última comunión hace 38  años, y mi vida dejo de ser ese pequeño infierno en el que había convertido. El cuco y sus ayudantes desaparecieron. Sin embargo, aún conservo amistad con alguno. Otros cuquitos cambiaron no solo de trabajo, también de ropa. Ahora usan hábitos de personas comunes y corrientes.

Algún día de estos me animo a escribir sobre las cucas.

9 Responses to El Cuco existe…!

  1. Estimado Fernando: Me disculpo por mi demora en contestarte, pero tú sabes que a veces el tiempo escasea. Primero, agradezco tu respetuosa y sincera respuesta. Segundo, debo decir que entiendo tus razonamientos, y que hacen sentido. Que pena que tu experiencia te haya provocado esta reacción de rechazo a la religión y mucho de lo que ella implica. Como tú bien dices, son temas extremadamente complejos, en los que no es fácil ponerse de acuerdo. En todo caso, voy a intentar plantear algunas ideas que podrían facilitar entendimientos entre quienes tienen tu perspectiva (no eres el único), y quienes tienen la mía (religiosa. En mi caso, cristiana, católica). Primero, puedes tener mucha razón en tu perpectiva de «Dios castigador» que nos inclulcaron en nuestra formación religiosa (Si no me equivoco tu eras del Spellman, yo del San Gabriel). Y, estoy conciente de que este enfoque, más bien haya provocado en muchos jóvenes la reacción que te ocurrió a ti, de «perder la inocencia». Mi experiencia (en el Borja 3) fue más bien muy valiosa, aparte de que mis padres (especialmente mi mamá) me dieron una buena educación en este aspecto. Actualmente, yo pertenezco al movmimento (católico) de Schönstatt, cuyo fundador, de alguna manera cuestionó realidades de la Iglesia Católica, muy relacionadas con las que te generaron rechazo. Volviendo a lo de mi buena experiencia, lo que a mi me mantiene en la FE, es mi experiencia de infinidad de casos, de la vida real, que revelan que quien practica la FE crisitana (y esto incluye a mis padres), realmente irradia luz (en mil maneras) a su alrededor, y la principal es de que hacen VIDA, de la CARIDAD, la forma más alta de AMOR, según la fe cristiana. Ejemplos recientes son la madre Teresa de Calcuta, y te podría invitar a conocer realidades que, hoy día, en este mundo entregado al consumismo, y subyugado por una crisis de valores que le tiene a mal andar, están realizando obras de esas que hacen verdad eso de que «por sus obras los conoceréis» (Mt 7, 15-20). Un botón de muestra, aquí, en la ciudad de Quito, lo puedes encontrar en http://www.ninosdemaria.org. Otro, lo puedes ver en http://www.creser.net/misionesfamiliares.html.
    En fin, respaldado en estas realidades, me permito replicar a tu planteamiento de que «el desmoronamiento de los valores en occidente, lamentablemente es la más fehaciente evidencia de que las religiones, especialmente las judeo-cristianas, han fallado consistentemente en ese intento de inculcar valores a sus seguidores». Al respecto, propongo: No son las religiones las que fallan, o triunfan. Quienes fallan o triunfan, son las personas, una por una. La crisis de valores no es problema de las religiones, sino de las personas, que, individualmente, y en la medida en que demasiados individuos somos sometidos por ella, colectivamente, nos dejamos someter. En este contexto, planteo que quienes hoy día hacen OBRAS como las que te muestro en los sitios web arriba mencionados, están yendo contra corriente, y venciendo esa crisis de valores que nos invita a rendir culto al poder, el tener, el placer, lo fácil lo rico, lo cómodo. En mi perspectiva, no es coincidencia que estas OBRAS se fundamentan en la práctica cristiana. Con esto no quiero decir que la espiritualidad cristiana tenga el patrimonio exclusivo de las buenas obras y de la caridad, pero lo que si manifiesto es que un buen cristiano debería comportarse como tal, y eso incluye, entre otras cosas a la caridad. En este contexto, y fundamentado en estos ejemplos que son botonoes de muestra de realidades de vida, replico a tu planteamiento: en el fondo de la crisis de valores está la ruptura de la relación del hombre con Dios, con ese Dios que nos invita a Amar, con un amor que incluye la caridad para los necesitados.
    Quiero terminar ratificando, estimado Fernando, la necesidad de que creyentes y no creyentes tratemos de dialogar como aquí lo estamos haciendo, para buscar derroteros que nos permitan salir de la crisis de valores que, como van las cosas, si no ocurren «milagros» (yo confío en que seremos capaces de que ocurran), pueden conducirnos a situaciones de «pronóstico reservado». Para que este diálogo ocurra, «solo basta la buena volundad de las partes» (palabras de Benedicto XVI que nos invita a los creyentes a buscar dialogar con quienes no comparten la Fe. Fíjate cómo han cambiado las cosas).
    No quiero dejar de invitarte a leer mi libro EL NEGOCIO ES EL AMOR, en el cual, coincidentalmente, defiendo lo aquí manifestado: Si hacemos vida de la Fe Cristiana, veremos tiempos… no mejores… ni mucho mejores… sino ¡inimaginablemente mejores!. Si no… de nuevo, «pronóstico reservado». Sobre esta base, sumo otro argumento / interrogante a mi planteamiento: ¿Cuál sería tu opción en lo que se refiere a la crisis de valores?. Mi perspectiva es que el único camino que ofrece no solo una horizonte, sino los medios para lograrlo, es la espiritualidad cristiana. Te agradezco por tu paciencia y buena voluntad, y te reitero mi aprecio y simpatía. Un abrazo

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  2. Jack Bermeo dice:

    Estoy seguro, amigo mio, que cuando tu eras un bebe, tu madre con mucha frecuencia y tapándote la cara te decía «…cuquito cuquito; eleee…» al mismo momento que te destapaba.
    También estoy seguro que habrás oído la siguiente frase : «… Fulano/a de tal es un cuco para las matemática…» o quizá recuerdes aquellos famosos relojes suizos llamados «cucus» por el sonido que hacen en similitud a una ave conocida como cuco. Pero lo que yo no me olvido es que en nuestra juventud muchas veces llamábamos cucos a las muchachas poco agraciadas y algo feitas…
    Y por último, cuando tu dices que el Cuco existe, me das a entender que estás hablando de lucifer, mefisto, el maligno o le diablo.
    Así las cosas debo darte la razón de que el cuco existe en lo relacionado al juego que tu madre tenia contigo, al estudioso de las matemáticas, a los relojes y a las chicas feas.
    En relación al diablo, quiero entender que si aceptas a este cuco como deidad maligna, también debes aceptar a una Deidad benigna y me gustaria saber como la denominas.
    El cuco como maléfico no va conmigo, mi Dios, aquel que me creó, no es tan perverso como para desearme un mal tan grandiosos, me dice cada día que El esta presente y que debo vivir sabiendo que el a lo mejor paraíso no exista; solo con una condición me impone:» NO JODER AL RESTO» (pido disculpas por el término procaz).
    Si los cuquitos son los curas y las cuquitas son las monjas, eso no nos compete juzgar ni generalizar. Pero debo darte la razón en algunos de tus razonamientos. Lo que veo en tu articulo es una animadversión hacia los cuquitos que seria muy interesante averiguar porque la tienes.
    Como siempre, sin antes de manifestar mi admiración para contigo, te mando un abrazo fraterno

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    • Fer Tobar C. dice:

      Amigo del Alma:

      Una lectura más detenida te permitirá concluir que cuando me refiero al Cuco, no me refiero ni a lucifer, ni a mefisto, ni al diablo ni a cualquiera con similares características. Es más, ni siquiera pensé en esos personajes cuando escribía mi artículo, que además me tomó muchas horas y cavilaciones.
      No tengo animadversión a los cuquitos. Admiro y respeto a muchos de ellos. He tenido cercana amistad con otros. Pero más allá de mis simpatías, creo que representan a una estructura de poder muy bien estructurada: Más que animadversión, es un recelo y un exceso de precaución hacia las religiones en general, que nos manipulan y subyugan. El tema es muy complejo, polémico y desde luego bastante subjetivo. Te sugiero leer el comentario de nuestro querido y recordado David Samaniego.

      Tus otros comentarios me obligan a rectificar y escribiré sobre eso. Son muchos los cucos que existen. Te faltó uno: el molde de cucos.

      Un abrazo y mi gratitud por tu amistad.
      Fernando.

      Lee por favor el comentario de nuestro querido y recordado David Samaniego.

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      • Jack Bermeo dice:

        Mi querido Fernando:
        David Samaniego, personaje a quien admiro mucho y lo recuerdo con cariño, descubrió cual es tu mensaje, y su recomendación es muy valiosa.
        En el tema de las religiones,no debemos olvidar que son mitologías creadas por la mente humana. Todas o casi todas han plasmado sus dogmas en sendos libros (coran, biblia etc.) por ende deben tener muchas fallas y errores. Si por medio de esos libros alguien consigue llegar a una espiritualidad superior, bien por él. Pero, pienso que despues de estos 38 años, ya podemos acercarnos a nuestra propia divinidad, a nuestra propia espiritualidad, a nuestro convencimiento de que es el bien y que es el mal. Seguramente coincidiremos que aquel Ser Supremo nos creó diciéndonos gecenla pero con dos condiciones, no una como escribi ayer, «amar a la naturaleza como a uno mismo y, repito la sandez, NO JODER AL RESTO.
        Me habia olvidado también de que Cuco Sánchez existió asi como axisten los modelitos de cucos.
        Un abrazo y hasta poder comentar otro de tus artículos por demás interesantes

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      • Fer Tobar C. dice:

        Gracias por tus generosos comentarios.
        Un abrazo

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  3. Teodoro Alvarez Malo dice:

    Hay una palabreja rara, se denomina «Inprinting «. En resumen el cerebro humano es una maquina de aprendizaje cuya estructura está fundamentalmente terminada a los ocho años de edad. El » imprinting» dice que es tan fácil hacer conexiones neuronales ( aprendizajes) en la primera infancia como escribir en una hoja en blanco.
    El borrado es muy difícil y, si se logra, se hace a costa de romper el papel. Por esto, esos años fundacionales del «yo», son usados para el imprinting , en unos casos de manera inocente aunque desde una bárbara ignorancia y, otras veces, como en el caso que hoy nos ocupa, creo que con premeditación y alevosía.
    El imprinting, se usa para a la normalización, regulación, estandarización y dominio de los sujetos por parte de la estructura social dominante. Cuando le pedimos a un grupo de niños de tres años que dibujen una flor, verán la variedad de formas, colores, en fin, de libre interpretación de lo que una flor significa para cada cual. Si hacemos este experimento a los 7 años, las flores serán iguales, tallos color café, hojas lanceoladas verdes, circulo de polen amarillo y seis pétalos rojos. En todo caso las variantes estadísticas serán mínimas.
    Un gran logro de la humanidad será respetar la hoja en blanco en que cada persona fundamentará su senda. El imprinting es al caminante sustancial lo que al vagabundo su atillo.
    Teodoro

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    • Fer Tobar C. dice:

      Compadre Teo….
      Muchas gracias.
      Parece que el cuco te asustó y finalmente te animaste a escribir algo. Muy interesante y valioso comentario.
      Un abrazo.
      Fernando.

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  4. Creo que lo descrito bajo «El cuco existe …» va más allá del cuco, real o ficticio porque encara una forma de ser de la iniciación cristiana. El análisis y la crítica desde las vivencias personales son valientes y tienen su fundamento, a mi modo de ver.
    Curioso, de alguna forma y para alguien, nunca dejaremos de ser cucos porque es algo genético; cuando queremos deshacernos de él es porque lo tenemos como algo real, sobre nuestras espaldas. Se puede comulgar con la divinidad de muchas maneras, será integrante luego de 38 intentar un ensamble humano-divino de otra categoría, más profundo y existencial.
    Un abrazo, DST (ex-cuco?).

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