«El mundo está lleno de historias. Son las historias las que permiten convertir el pasado en presente y permiten convertir lo distante en cercano» (Eduardo Galeano, escritor uruguayo)
Gran parte de la vida se la ocupa en contar anécdotas y hacer referencias a la historia personal. El ego y la compasión también se alimentan de glorias y penas pasadas. Existe una marcada tendencia a creer que los tiempos pasados fueron mejores a los presentes. El presente son vivencias en curso que tardarán en adquirir su valor, su carácter y su calidad de historias.
Esa permanente reminiscencia a los hechos pasados y la compulsión por recordar sus detalles no obedece al criterio de que todo tiempo pasado fue mejor. Galeano da la respuesta: se transforma cada momento pasado en un presente, se acorta la distancia con el pasado. Cada uno es, sin excepción, el resultado de sus vivencias pasadas. Recordar el pasado no es más que un proceso de reafirmación de la propia esencia e identidad; la historia de cada persona va marcando la huella de su propio destino. Mantener los hechos pasados asegura que la identidad no se fragmente, que siga siendo la misma de siempre. Resulta también un excelente ejercicio que ayuda a mantener la mente en mejores condiciones.
En el pasado están los cimientos de esos vínculos fuertes que hoy mantienen la personalidad, las amistades y las relaciones. Recordar es reforzar y cuidar esos cimientos. Recordar aquellos hechos que dejaron marcas dolorosas en la mente, alma y a veces en el cuerpo, ayuda a mantenerse alerta frente a los riesgos y adversidades del momento presente.
Recordar es tener presente la ruta transitada a lo largo de la vida, ayudando a definir el rumbo que podría tener en el futuro. Recordar es volver a reír, a llorar, a sufrir; vivir una y otra vez.
Resulta por lo anterior que esa milenaria receta frente a las adversidades: ¡olvídalo! es tan absurda como imposible. Los registros secuenciales de la historia, que la mente, cerebro o cualesquiera que fuere la zona u órganos del cuerpo que los mantienen, no pueden ser borrados ni alterados. No a menos que sea a causa de algún accidente o enfermedad.
Aquella receta de olvidar no hace más que dificultar y a veces imposibilitar el permanente y necesario contacto con la propia esencia, y mantenerla íntegra a lo largo del tiempo. La imposibilidad de recordar es una tragedia existencial.
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Octubre 2018
404 palabras
Todo tiempo pasado fue anterior…
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Destaco una tu frase; «Recordar el pasado no es más que un proceso de reafirmación de la propia esencia e identidad»
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Gracias Arsenio.
Un abrazo.
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