¿Y después qué?

          La pandemia que nos azota, magnificada por la maquinaria del miedo que los medios de comunicación y gobiernos siempre tienen lista para funcionar, según sus propios y obscuros beneficios, terminará en algún momento, y más temprano que tarde. A eso hay que sumarle las previsiones apocalípticas que los «expertos» hacen, en una aparente competencia –unos contra otros– de quién es más pesimista, respecto de la evolución de la pandemia. En contraste, abundan las teorías de cómo el mundo cambiará; curiosamente, todas apuntan a cambios positivos. La contradicción es evidente, más aun cuando los unos (los apocalípticos) y los otros (los optimistas) son harina del mismo costal.

         Con un poco de sentido práctico, cabe pensar que los cambios no serán ni tan positivos ni tan dramáticos como muchos nos anticipan. El humano actual –lamentablemente y salvo excepciones– se ha convertido en una especie que ya no piensa ni reflexiona. Es un parlante bobo de lo que los medios de comunicación diseminan por el mundo, cual virus que nos ha contaminado irremediablemente la mente y el alma. Y no hay aquí diferencia de orientación política.

       Los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad suelen cambiar el rumbo de las sociedades, cuando éstas han tenido líderes y poblaciones, de alguna manera, comprometidas con el destino de sus propios pueblos. En la actualidad, las grandes corporaciones son los nuevos «gobiernos» y los gobernantes de cada país, son sus «representantes legales». Los conceptos de nación, estado, soberanía se han vuelto obsoletos y van quedando en los libros de la historia política.

         Nada cambiará después de la pandemia. En el mejor de los casos, algunos pensadores y gente que aun conserva algo de individualidad y algún grado de solvencia intelectual, abrirán los ojos y empezarán a mirar la cara fea, desmaquillada y mal lavada de muchas realidades que hasta ahora se presentaban con maquillajes vistosos. Como precaución –»por si acaso»– las grandes corporaciones –iglesias incluidas– refinarán sus mecanismos de control y represión. El ciudadano común vivirá un «destape», una especie de estado de felicidad exacerbada y generalizada, una extraña luna de miel con la vida producto de esa sensación de haber «sobrevivido», por esa segunda oportunidad recibida. De rato en rato estarán prestos a arrodillarse ante sus salvadores y aceptar la imposición de cualquier desatino, que nunca es en su propio beneficio.

       Sí, volveremos a la normalidad. Unos, disfrutando de ese estado de bienestar al que estábamos acostumbrados; otros, a su mismo estado de carencias al que ya estaban resignados y sin opciones de redención. No habremos aprendido una mierda.

 

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Abril/2020 (428 palabras)

2 Responses to ¿Y después qué?

  1. José María Laso dice:

    Puedo estar de acuerdo contigo que el cambio que tanto se pregona sucederá, que supuestamente se está gestando mientras mantenemos el aislamiento, difícilmente tendrá ese vuelco de 180 grados, por expresarlo de alguna manera. No creo que por arte de magia, apenas haya terminado la emergencia, el cambio que se espera se producirá así, sin más e inmediatamente.

    Hay señales positivas importantes al momento que se han generado por la masiva paralización de las actividades productivas de la sociedad. Hay una mejora indudable en el tema ambiental. Habrá que ver cuanto tiempo dura esa mejora luego de que volvamos a nuestras actividades cotidianas y regulares. Se han visto también importantes muestras de solidaridad en la sociedad en general. ¿Será esto perdurable? También se han visto actitudes negativas y actos de corrupción, personas tratando de sacar partido de la situación. ¿Cambiarán estas personas para bien? En el campo de lo político, las actitudes y respuestas de los gobernantes y líderes mundiales han sido diversas. Algunas han rayado en lo irresponsable. ¿Dejarán los políticos y gobernantes, de pensar solo en función de su proyecto político y en función de sus intereses? ¿Asimilarán positivamente y buscarán un cambio las grandes corporaciones que manejan el mundo a su antojo? Con seguridad, las interrogantes pueden ser muchas mas que las que he podido vislumbrar.

    Creo que hay muchísimas personas meditando sobre lo que estamos viviendo, unos en forma positiva y otros en forma negativa, como bien lo señalas. Creo que por ahí hay una semilla que permite pensar que si habrán cambios en este devenir de la humanidad y su relación con su medio, con la naturaleza, con las relaciones humanas, con la economía, con la solidaridad, etc. Si hay una importante mayoría en el mundo a la que, esta coyuntura, le ha tocado en su pensamiento, en su concepción de vida, hay esperanzas de que podamos pensar en cambios importantes para el mundo y las nuevas generaciones.

    Ser positivo y optimista ante esta coyuntura de la humanidad, es lo deseable. Debe ser el motor, el gran gestor que permita pensar en mejores días para todos.

    José María Laso

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    • Fer Tobar C. dice:

      Mi disculpa, José, por la demora en responder al extenso comentario.
      Te agradezco por tu tiempo y por el comentario.
      Complementa muy bien lo expuesto por mi, por lo que no considero necesario agregar nada más.
      Un abrazo.

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