¿La sana envidia?

          Con mucha frecuencia se escucha a las personas afirmar que tienen o sienten una sana envidia respecto de algo o de alguien. Conviene recordar un concepto simple, sencillo y muy verdadero de la envidia: el disgusto por el éxito, el bienestar o los logros ajenos. Es el dolor, la incomodidad y aun la desdicha por no tener o ser como muchas de aquellas personas que son o poseen más. La envidia parte de una comparación en la cual el envidioso siempre está por debajo del envidiado, en cualquier aspecto. La parte más triste del envidioso es su compulsión y necesidad de ubicarse siempre en una posición de inferioridad.

          La envidia es un sentimiento esencialmente pernicioso y no deja de serlo o se vuelve bueno en circunstancia alguna. La envidia jamás es sana; es y no dejará de ser una tara mental, una limitación intelectual, una lacra emocional. La envidia no es más que la expresión de las propias limitaciones y de una autoestima muy disminuida.

          La sana envidia equivaldría a la sana gripe, a la sana indigestión estomacal, a la sana borrachera, a la sana odiosidad, a la sana intolerancia… y así decenas de ejemplos. La envidia es una enfermedad del espíritu, del ser. La mucha envidia no es la enfermiza, del mismo modo que la poca envidia no es la sana o saludable. Mucha o poca siempre será perniciosa. La persona envidiosa es un persona emocionalmente enferma.

        Con frecuencia la envidia se confunde con la emulación de las acciones y actitudes de quien es considerado un modelo. Se reconocen valores y actitudes positivas y se toman como modelos válidos. Estos sentimientos y deseos legítimos rozan los límites de la envidia. No hay envidia en ese ánimo de progreso, de mejoramiento, de emulación de las acciones y actitudes positivas de otras personas; la necesidad –a veces exagerada– de posesión de bienes materiales, el progreso intelectual y profesional son entre muchos otros los motores que impulsan al individuo y a las sociedades hacia el progreso. Esporádicamente aparecen personas que brillan por sus capacidades, su intelectualidad y otras características positivas que los transforman en modelos a imitar; se convierten en ídolos especialmente por los más jóvenes.

        Al reflexionar sobre estos temas que atañen a la condición humana, siempre se llega a la esencia, al punto de partida. Casi todas las desdichas humanas tienen su génesis en la autoestima. Su carencia o su bajo nivel son los detonantes.

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Noviembre 2018
408 palabras

3 Responses to ¿La sana envidia?

  1. Antonio Escobar dice:

    Comparto lo dicho. Te felicito por ponerlo por escrito. Abrazos

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  2. Roberto vasconez dice:

    Excelente como siempre mi querido amigo
    Felicitaciones
    RVM

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  3. Cristianne dice:

    De acuerdo la envidia nunca es sana!!

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