70

      En estos días he cumplido 70 años de existencia. Estadísticamente (al año 2.020) el 7.6% de la población alcanza la edad de 65 años o más, en el Ecuador (*). Ese índice, aparte de otras muchas consideraciones, demuestra que alcanzar esa edad sería una especie de privilegio que muchos no han alcanzado. Sin embargo, el verdadero privilegio estaría más allá de una cifra o de una fecha de cumpleaños.

      ¿Cuánta vitalidad conservamos? ¿Cuántas pastillas consumimos al día y para qué? ¿Cómo anda la memoria? ¿Como está el nivel de optimismo? ¿Qué ilusiones tenemos cuando nos levantamos cada día? Las preguntas podrían ser muchas; cada cual tiene sus propias respuestas. En el tipo de respuestas yace el verdadero privilegio, si acaso lo es. Recordaba imágenes y sensaciones que tenía siendo niño o muy joven, mientras miraba a las personas mayores, y con una buena dosis de compasión pensaba en el estado de vejez que habían alcanzado; sus problemas de salud y limitaciones físicas eran evidentes. Una idea se formó en mi mente: La vejez y la ancianidad significaban limitaciones físicas y problemas de salud. Actualmente formo parte de ese grupo minoritario a quienes las personas muy jóvenes seguramente nos miran como viejos y ancianos. Ni idea tengo de lo que pasa por sus mentes; tampoco tiene importancia.

      La ancianidad era y sigue siendo la antesala de la muerte. Nos guste o no, es ley de vida que no conoce de excepciones. En esos tiempos –ya lejanos a esta hora– mi propia calidad de persona de «avanzada edad» ni siquiera era asunto que pasaba por mi mente. Hoy tengo plena conciencia de haber alcanzado ese supuesto estado de «privilegio». Intento mirarme cuando fui muy joven y solo consigo ver la cantidad de años y de vida que ha transcurrido. El tiempo cuando se lo imagina a futuro parece interminable; cuando se mira el pasado siempre queda la sensación de que transcurrió muy rápido.

      Son dos calidades distintas la edad avanzada y la ancianidad, que en los tiempos actuales no dependen tanto de los años acumulados. Creemos que la ancianidad es el estado siguiente al de «edad avanzada». No siempre es así. Algunas personas nacieron con actitud de «ancianos» y son viejos durante toda su vida; otras nunca llegaron a esa «edad avanzada»; unas pocas son jóvenes hasta el día de su muerte.

      No creo que alcanzar ese estado de edad avanzada sea un privilegio, pues nadie lo concede. Genética, mérito personal y una buena dosis de suerte son más adecuados. Y si alguien quisiera pecar de presunción por haber llegado a ese estado en relativa buena condición, que lo haga… la vida le disculpará.

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(*)(https://datosmacro.expansion.com/demografia/estructura-poblacion/ecuador)
Junio/2022 (443 palabras)

4 Responses to 70

  1. José María Laso dice:

    Haces bien en traer a la memoria las percepciones que tenemos respecto a la edad de los que están mas arriba en edad y yo añadiría ahora, los que están por debajo de la edad que tenemos.
    Cuando éramos niños o jóvenes adolescentes, una persona de 35 o 40 años, ya nos parecía bastante viejo, que decir sobre los que estaban sobre esa edad, ya eran unos ancianos. Hoy, al haber alcanzado esta provecta edad de 70 años, nos hace ver que las personas de 40 o 50 años, son jóvenes aun y que están en la plenitud de la vida. Nuestros propios hijos bordean los 40 o algo más.
    Con seguridad, las condiciones higiénicas, de salud, de actividad, incluso la forma de vestir y las actitudes de quienes transitamos por ese rango de edad, son bastante diferentes a solo cincuenta años atrás, no se diga si retrocedemos un mayor lapso de tiempo y eso hace que sigamos activos y sigamos trabajando y todavía pensando en que nos deparará el futuro.
    Creo que a los setenta, nos sabemos y reconocemos como adultos mayores, pero de ninguna manera ancianos. Esperemos vivir los años que tenemos por delante con buena salud física y mental.
    Que podamos disfrutar plenamente de esta etapa dorada de la vida.

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    • Fer Tobar C. dice:

      Gracias José por tu comentario.

      Hay varias apreciaciones que merecen respuesta.
      1. Creo que todas las personas menores con +/- 10 años a nosotros nos ven como viejos, cercanos a la ancianidad. Incluidos nuestros hijos a quienes llevamos casi 25 años de diferencia.
      2. La actitud que hoy tiene un adulto mayor, en general, es mucho mejor de la que tenían las personas de la misma edad, hace 50 años o más. Las condiciones de salud debidas en gran medida a la medicina y una mejor alimentación, y unas ofertas de vida que antes eran inexistentes, nos han permitido tener una existencia con una mejor calidad y con una actitud juvenil más duradera.
      3. Sinceramente no creo que estemos viviendo nuestra etapa dorada; ésa la vivimos hace años, cuando nuestra salud y energía vital estaban en su punto más elevado. Hoy vivimos una etapa gris, controlada por viejas glorias y recuerdos que aun nos hacen sonreír, y con la suficiente energía para seguir teniendo algunas ilusiones cada día.

      Un abrazo

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  2. Arsenio Proaño dice:

    «Alguien escribió que los húngaros dicen que la vejez resta agilidad a las patas del caballo, pero no le impiden relinchar; los alemanes que los árboles más viejos dan los frutos más dulces. Un estudio de la Universidad de Harvard concluye en que la gente cuando pasa de los 70 años, no sólo mejora la inteligencia, sino que también la felicidad aumenta.» En fin! Bien!

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