Mi Madre

            ¿Por qué hasta ahora no he escrito algo sobre mi Madre?  Esa pregunta tiene dos simples respuestas:  la una, escribir sobre mi madre sería como ella mismo lo fue:  muy jodido; la otra, cuando alguien escribe o habla de su madre, nada nuevo, nada malo y sobretodo nada diferente podría decir de lo que cualquier persona lo haría.  No habría novedad.  Sin embargo, existe una corta referencia a mi madre en mi artículo “Las Patricias” (leer aquí).  He escrito sobre mi Padre (leer aquí) y sobre uno de mis suegros, el Puca (leer aquí).)

            Para cada hijo su madre es el eje central y el referente principal de la vida, la gran maestra.  Si todos escribiesen algunas palabras sobre sus propias madres, todos expresarían similares y positivos pensamientos.  Siempre la más hermosa y amorosa, la más inteligente, la mamá ideal, la mejor ama de casa, la mejor amiga, la gran maestra que todo lo sabe (y sino, lo inventa); siempre la mejor en cada aspecto de la vida y de la cotidianidad.  Pero como si eso no fuese suficiente, también la mejor suegra y obligado modelo a imitar para sus desdichadas nueras; por eso dicen las suegras: “nu era para mijito”.  Los yernos se libran, aunque con el paso del tiempo enfrentan una confusión terrible:  ya no saben quién mismo es su madre o se creen seres privilegiados pensando que tienen dos madres.  A veces, en nuestro fuero íntimo admitimos que nuestra madre podría tener alguna faceta negativa, pero la callamos, la ignoramos y jamás hablamos de eso.  Lamentablemente, los buenos hijos que debieron tener otras madres, poco de positivo podrían decir, pero esa es otra historia de la que nunca me ocuparé.

             A mí nunca me pasó eso de creer que tenía dos madres, pero sí dos suegras.  A mi madre –a veces– le encantaba “hacerse” la suegra.  Sus hijos asumían el rol de yernos; las nueras, el de hijas.  ¡Felices ellas, jodidos los “yernos”!  Por similares razones tampoco escribiré sobre mis suegras, madres putativas (porque no son adoptivas, aclaración necesaria para lectores quisquillosos), aunque las mías –las dos o las tres, según el caso– fueron “buenas gentes”.  En conclusión, quedan claras –espero– las razones por las cuales no he escrito sobre mi madre.

            E.M. Forster lo escribió alguna vez:  “Estoy seguro que si las madres de varias naciones podrían reunirse, no habría más guerras”

————–Febrero/2017

4 Responses to Mi Madre

  1. Fer Tobar C. dice:

    Gracias Jack…
    Parece que hubiera escrito, en realidad «no» lo he hecho.
    Un abrazo

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  2. José María Laso dice:

    Interesante ejercicio el de escribir sobre la madre, difícil tarea, porque como bien lo dices, uno puede referirse en los mejores términos incluso ocultando los defectos que tenemos todos como seres humanos capaces de equivocarnos, pero siempre perfectibles. En todo caso, como reza algún dicho: madre es madre y es única para cada uno de nosotros y como tal debemos aceptarla y quererla. Es quién nos dio la vida y quien de alguna manera nos dio forma por su cercanía durante nuestra niñez y juventud.

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  3. Jack Bermeo dice:

    Sin embargo acabas de hacerlo…

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