Los días perdidos

          La edad es la suma de los días vividos, a partir de la fecha de nacimiento; una perogrullada a todas luces. Sin embargo, ¿cada día transcurrido es un día vivido? Es necesario entender que «no vivir» no es morir ni estar muerto.

          Hay pérdidas que se recuperan de cualquier modo. Un día perdido es un día irrecuperable; jamás volverá. Ni siquiera queda en la memoria personal porque no contiene algo que deba ser recordado. Son esos los días vacíos que no fueron vividos, los días que se perdieron.

          Sonreír, expresar algo con agrado, un abrazo, un apretón de manos, una conversación amistosa, el respeto por las ideas que no coinciden con las propias, el optimismo frente a las situaciones problemáticas, la paciencia ante personas intemperantes y otras más son los recursos que nos permiten vivir cada día. Hacer uso de estos recursos es difícil y demanda un esfuerzo permanente y diario.

          En contrapartida, lo fácil son actitudes hostiles, el pesimismo crónico, el ceño fruncido con esa expresión facial que denota oler mierda a cada momento y frente a cada situación, la actitud de superioridad o autosuficiencia, el estado de abatimiento permanente, la facilidad para agriarle el día a quien se cruza en el camino, la facilidad para reclamar por cualquier disparate, la crítica hiriente, la ausencia de empatía, la amargura que se escurre en cada expresión son entre muchas otras las trabas que impiden vivir un día, y a veces la vida entera.

          Así se van perdiendo los días, y sutilmente se agota la vida. Vivir es un reto diario y difícil. Es más simple la inacción, es más simple ver pasar la vida por delante, es más simple acumular negatividad que deshacerse de ella.

         Cuesta más sonreír, que mantenernos serios; es más difícil una palabra de aliento y de cariño, que el silencio; criticar es más fácil que halagar con sinceridad. Es más fácil morir un poco cada día en la estática comodidad de la soledad, que vivir más en la turbulencia de las actitudes positivas.

         No hay días buenos ni malos. Con frecuencia, la calidad de una día está marcada por un momento, por una actitud. Vivir un día es mucho más que mirar un reloj.

        Si a la edad de cada uno, se le restan todos los días perdidos, ¿cual sería la edad verdadera? Difícil responder, no tanto como afirmar que una cantidad importante de días perdidos, terminan por sumar y dar una vida perdida, es como morir a plazos.

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Enero/2020 (416 palabras)

1 Responses to Los días perdidos

  1. Arsenio Proaño dice:

    Excelente!

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