¿Creyentes o pensantes?

          El modo mediante el cual el ser humano aprende durante sus primeros años es la imitación. El uso del lenguaje no está disponible en los primeros 3 años de vida; aprende a pronunciar sus primeras palabras y articular frases sencillas, aunque su significado no es claro para sí mismo. La capacidad de discernir aparecerá –si acaso– años después. En ese contexto solo cabe el aprendizaje por imitación. Los padres, los hermanos y parientes cercanos son sus primeros maestros. Luego vendrá la escuela. La imitación convertida en hábito induce a la persona a simplemente creer. El profesor siempre presente en el proceso educativo pronto se transforma en maestro. En la adultez los maestros abundan y se multiplican, y adquieren nombres y calificativos acordes con las necesidades y circunstancias de la vida. El conocimiento se transforma en un simple sistema de creencias, y las personas en simples creyentes.

          Formar creyentes sigue siendo el objetivo principal del sistema educativo. El paradigma del «magister dixit» se lo implanta desde temprana edad. El maestro lo ha dicho y por lo tanto es verdad. Esta falacia vacuna la mente contra la riesgo de pensar. Los creyentes son muy convenientes a las élites que controlan países y sociedades. Los pensantes ponen al sistema en riego, lo cuestionan y plantean alternativas. Los creyentes mantienen el sistema funcionando, se sirven de él aunque no lo entienden. Los pensantes son los que mueven el mundo hacia el desarrollo y la evolución; intentan comprenderlo y mejorarlo.

          Como contrapartida al hábito de creer, está el de pensar. El hecho es que todo adulto cree que piensa, cuando en realidad solo piensa en aquello en lo que cree. El discernimiento, la reflexión, el cuestionamiento habitualmente están ausentes.

          Convertirse en pensante es complejo y riesgoso. Hay que abandonar la cómoda postura del creyente, con todos los riesgos que eso implica; admitir que las creencias, con frecuencia, no son más que un conjunto de normas y supuestas verdades muy limitadas. Hay que buscar otras fuentes de información y no acomodarse a la creencia que impone el maestro de turno. Pensar es un proceso de auto construcción complicado y muchas veces doloroso. Implica con frecuencia ir a los propios cimientos, desecharlos y poner nuevos.

          René Descartes (el filósofo) afirmó que pensar era la prueba de que el humano existe (pienso, luego existo). Hoy ese buen señor debería admitir que se equivocó al constatar cómo una inmensa masa de humanos existen sin ninguna capacidad de pensar. 

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Febrero/2018)
412 palabras

3 Responses to ¿Creyentes o pensantes?

  1. La falacia de la libertad y la democracia, a los niños como alguien dijo hay que enseñarles a dudar de todo lo que se les enseña, a fomentar su curiosidad natural para que se conviertan en seres pensantes y críticos, para que sepan discernir y que sean buscadores de la verdad, de su verdad y no de la verdad impuesta por la sociedad, » cuanto tienes, cuanto vales», «consume y bebe lo que yo te digo» «no puedes ir mas alla» una esclavitud total, nos creemos libres y pensadores, pero no hay tal. Reflexiones como las tuyas mi querido Fernando nos ayudan a despertar y tomar conciencia de que estamos lejos de ser libres y pensantes. Te saludo.

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    • Fer Tobar C. dice:

      Lamentablemente somos -y sin darnos cuenta- esclavos de un sistema educativo y de creencias que nos ha quitado la libertad y la capacidad de dudar y razonar. Como bien lo dices «una esclavitud total».
      Sabias tus palabras.
      Mi agradecimiento por tus palabras y por tus lecturas.
      Un abrazo.

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  2. Rafael dice:

    Estimado Fernando comparto totalmente con lo que escribiste; sólo añadiría que otro «pensante» que se llamó Nietzsche llamó «manada» a todos los «creyentes» y a las creencias «fuente del resentimiento». Abrazo

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