Desde niños nos instruyen y condicionan a ser grandes. De adultos mantenemos el mismo condicionamiento.
El adulto condicionado desde niño quiere ser grande. La mayoría de adultos intentan ser grandes sin darse cuenta de la ausencia de características y méritos suficientes. La grandeza no es un asunto de decisión personal; no puede ser establecida como un objetivo de vida. La grandeza siempre es un resultado.
La grandeza de espíritu y la humildad ponen a las personas en el camino correcto. Aquellos que con espíritus pequeños y ausencia de humildad, lo único que consiguen agrandar son su complejos, sus vanidades, sus arrogancias y sus inferioridades.
Aquellos que a la fuerza pretenden ser notables y grandes, terminan siendo notorios, aunque sean pequeños.
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29 Noviembre 2010
Recuedo tu mensaje sobre lo bulliciosas que son las carretas vacias. La grandeza no puede ser medida en unidades de peso, volumen o masa. Al igual que la felicidad, es una actitud y un camino que se queda en el fuero interno de cada ser.
Muy interesante Fernando
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La grandeza no es una actitud. A la larga es el premio a una vida fructífera y sin ostentaciones.
Gracias por tu comentario. Un abrazo
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